Los enjambres de abejas se acercan cada vez más a las ciudades; o más bien, las ciudades se acercan cada vez más a los pocos refugios silvestres que aún quedan. Cuando esto sucede, solemos entrar en pánico. Es cuando recibimos llamadas para "rescatar" enjambres.
Ahmid Daccarett de BeeHub, durante el "rescate" de un enjambre de abejas melíferas en plena pandemia. Fotografía por Ringo Ramazzini.
Lejos de considerarnos "héroes" de las abejas, el solo hecho de rescatar abejas de la propia humanidad nos hace reflexionar. Les hemos quitado su hábitat pero las queremos lejos de nosotros. Un árbol caído era un potencial refugio para ellas, cuando no está nos visitan en casa.
Las condiciones meteorológicas, la urbanización y la falta de árboles llevaron a una colmena a construir a la intemperie, en medio de la ciudad, con todo el estrés que eso representa, sabiendo que habían muchas personas que deseaban exterminarlas. En una ocasión aprendimos algo importante: No siempre lograremos realizar con éxito un rescate, como el de la fotografía. A veces, aprender a convivir con ellas en el mismo espacio es el camino correcto.
Estas abejas aún permanecen en ese lugar. Ese día, lejos de considerarse un rescate fracasado, la naturaleza de las abejas se impuso y reclamó lo que le pertenece. Ese día, la naturaleza ganó.
Enjambre de abejas en una calle transitada de la Ciudad de Guatemala. Fotografía por Ringo Ramazzini.
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